D. JOSE AZNAR GUIRAO Beneficiado-Maestro de Ceremonias de la Catedral


En el piadoso pueblo de Catral, nació el día 7 de abril del año 1875, hijo de José y de Mariana, siendo bautizado al día siguiente del mismo mes y año. 

Los padres, dedicados al trabajo agrícola, vivían con escasos medios económicos, y por si faltara alguna desdicha el padre murió joven. Con todo, el hijo José, sentía intensa inclinación al sacerdocio. Para buscar los medios para satisfacer tal deseo, madre e hijo se encaminaron a Orihuela, en donde ella lavando ropa y él colocándose de sacristán en el Monasterio de San Sebastián afrontaron la si­tuación. 

Los superiores del Seminario, comprensivos, le dispensaron del interna­do, pudiendo conjugar sus deberes de sacristán con los estudios. Mañana y tarde subía al Seminario, en cuyas aulas fue alumno muy aprovechado.

Tuvo una inclinación innata a las ceremonias de la Iglesia y de tal modo se especializó en la materia que, tras larga experiencia como segundo Maestro en la Catedral, opositó brillantemente y consiguió la plaza de primer Maestro de Ce­remonias (año 1910). Desempeñó con tal competencia y dedicación su oficio, que en ca­sos dudosos y difíciles su opinión se convertía en norma aceptada por todos.

Era un competente director de almas, y su don de consejo era muy apreciado dentro y fuera del confesionario. Si algún defecto se le notaba era la abstracción de las criaturas, por absorto en el Creador.

"Siendo seminarista, admiraba su competencia en los actos litúrgicos más complicados, como eran, además de los pontificales, la Consagración de los Santos Oleos en Jueves Santo o una Consagración Episco­pal, como la celebrada en 1929, cuyos consagrante y consagrado eran respecti­vamente el Nuncio de S.S. Mons. F. Tedeschini y D. José Alcaraz Alenda, Obispo de Badajoz. Nunca olvidaré los Maitines de la Inmaculada en la Catedral a los que bajaba la Schola Cantorum del Seminario para interpretar, en canto polifóni­co, sus Responsorios y Te Deum. El piadoso D. José Aznar lloraba de emoción en sus momentos principales, y observándole me hacía un bien inmenso" (D. Federico Sala).

Tanta virtud no podía quedar sin recompensa, aún en este mundo. Estallada la persecución religiosa a raíz de la Guerra Civil, fue apresado y encarcelado en el Colegio de Jesús y María de Orihuela, y sacado con el Administrador Apostólico y ocho sacerdotes más, su­friendo el martirio en la tantas veces repetida noche del 30 de noviembre, ante la tapia norte del cementerio de Elche. 

Que ruegue por nosotros tan ejemplar sacerdote.