SIERVO DE DIOS RAMON BARBER HERNÁNDEZ


Nació en la villa de Benferri en el año 1893.

Desde niño residió en Orihuela, ya que su padre se trasladó a la Ciudad Episcopal por ser empleado de la Caja de Nuestra Señora de Monserrate.

A los doce años ingresó en el Seminario de San Miguel donde, con aplicación y aprovechamiento, cursó los estudios de Latín, Humanidades y Filosofía.

A propuesta del Claustro de Profesores marchó a Roma para proseguir sus estudios en la Universidad Gregoriana; pero por diversas causas, entre ellas el inicio de la Primera Guerra Europea, tuvo que regresar a España, prosiguiendo en el Seminario sus estudios teológicos.

Finalizados éstos marchó a Valencia, en cuya Universidad Pontificia se licenció en Teología.

Ordenado sacerdote, fue nombrado Coadjutor de San Miguel de Salinas y, poco después, Profesor de Filosofía en el Seminario, y previa oposición, Beneficiado de la Santa Iglesia Catedral.

El Prelado, Dr. Plaza y Blanco, le nombró Familiar suyo, responsabilizándole de varias tareas diocesanas, que desempeñó a satisfacción de todos.

Por aquellos años, Orihuela, como el resto de España, a consecuencia de la finalizada Guerra Mundial sufrió una gran crisis social, con radicalización de las masas obreras y signo anticristiano.

La gran asignatura pendiente de la Iglesia era la cuestión social y se necesitaban apóstoles para organizar el mundo del trabajo, conforme a la doctrina social de la Iglesia. D. Ramón Barber descubrió en ello su gran vocación, y se lanzó con valentía a este ministerio realizando una labor intensa en la Federación de Sindicatos Obreros Católicos, que agrupó en la ciudad y huerta, a centenares de obreros y campesinos.

La respuesta del campo contrario no tardó en llegar, y radicalizadas las posturas se entabló una guerra fría que en futuros tiempos, no lejanos, sería sangrienta.

El órgano semanal de la Casa del Pueblo «Renacer» atacaba despiadadamente a D. Ramón, que era el alma del Sindicato Católico, y por respeto a las buenas letras no consigno los insultos que se le dirigían; por su parte, el órgano del Sindicato, «Pueblo», respondía valientemente y ridiculizaba cuanto podía a sus adversarios.

Durante la 2da. República se endurecieron las posturas, las rivalidades se convirtieron en odios y se mascaba la tragedia.

Con ocasión de la intervención anticlerical del «Cura Morales» en el Teatro Circo, rebatida rotundamente en el Semanario «Pueblo» y el choque violento en pleno colegio electoral de D. Ramón Barber con D. Ginés Ganga, candidato a Cortes del Frente Popular, la tensión llegó al rojo vivo... (1).

Iniciada la Guerra Civil, los primeros odios se cebaron en D. Ramón que fue encarcelado y posteriormente trasladado a la Cárcel Provincial de Alicante.

En un juicio semejante al de Jesús en el Viernes Santo, con parecidas acusaciones: «enemigo del pueblo», «de la República», «perturbador del orden público», «enemigo de los obreros», «cómplice del Alzamiento»... y cuanto el lector pueda imaginar,  fue condenado a muerte en unión de su fiel colaborador en el Sindicato, D. Alfonso Moya.

¡El 8 de diciembre! se cumplió la sentencia en el patio de la Prisión Provincial, y fueron ejecutados quienes desde el primer momento, el pueblo les denominó: LOS MÁRTIRES DE LA INMACULADA.

La víspera de su muerte, a modo de testamento espiritual, escribió y entregó a sus familiares la siguiente carta:

“Muero por Dios, como El murió por mí.
Estoy muy sereno y muy tranquilo.
Dios me ha concedido lugar y tiempo para bien disponerme al último viaje.
Creo y tengo la seguridad que iré al cielo; seré feliz por toda la eternidad.
Muero por Cristo y por defender a los obreros.
No estoy arrepentido de mi conducta ni de haber defendido a los obreros, pues si mil veces viviera igual lo haría.
Soy inocente, como todo el pueblo lo sabe y podrá apreciarlo.
Perdono a mis enemigos y no les deseo ningún mal. Mis saludos a todos. Sólo pido a los obreros que se acuerden y recen por mí.

¡VIVA CRISTO OBRERO!

Firmado: Ramon Barber”

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En unión de D. Ramón Barber y D. Alfonso Moya, también fueron fusilados los obreros Francisco Ros Lorca, Alonso Cases Valero y Antonio Esquer Balaguer, que con él defendieron la misma causa.

La obra postrera y quizás la más excelsa por su gran finalidad y contenido social, fue la fundación en el año 1935 del Instituto Social Obrero, que inició sus clases el 1 de marzo, con la misión de formar verdaderos paladines del movimiento católico obrero, mediante el estudio de las encíclicas Rerum Novarum y Quadragésimo anno, de León XIII y Pío XI.

Aunque el trato con sus amigos, los obreros, le ocasionaba con frecuencia la enemistad con los patronos, fue tal la identificación de Ramón Barber con la causa de los obreros, que llegó a convertirse en su amigo incondicional, integrándose en sus hogares y participando siempre en sus alegrías e infortunios

¡Gran humanidad la de D. Ramón!

(1) Datos procedentes del libro «Héroes de la fe» de Mons. J. Espinosa, de la Hemeroteca de la Biblioteca Pública de Orihuela, Revista OLEZA de 1991 (D. Joaquín Ezcurra y testimonios de amigos y conocidos). Gratitud a D. Joaquín Ezcurra por su interesante documentación.