SIERVO DE DIOS MANUEL VICENTE PASTOR: En Elche “Manolín el sabateret”


Era un ilicitano bien cortado, 36 años edad, joven, delgado y mediana estatura, moreno, jovial y simpático con todos, muy mañoso, lo que se dice “un manitas” que hacía cuanto se proponía. De ahí su entusiasmo por la construcción de un BELÉN domestico que era la admiración de vecinos, amigos y extraños, que en Navidades hacían de su casa lugar de peregrinación para contemplarlo.

Trabajador casi hiperactivo, era apreciado en la fábrica en donde trabajaba “Viuda de Vicente Pérez”, por la magnífica terminación de los trabajos que se le encomendaban y por su capacidad laboral, pues no sólo trabajaba de día en la fábrica, sino también de noche en su domicilio.

Contrajo matrimonio con Mª Magdalena Linares Pastor, de cuya unión nacieron seis hijos, de los cuales viven hoy cuatro, Manuel (sacerdote), Francisco, Rosa y Rosario.

En la C/ Blas Valero Nº 5, situaron su hogar, hogar de una sencilla y humilde familia trabajadora, trasunto de la de Nazaret, como tantas otras sin duda, de la industrial Ciudad de las palmeras.

Nada podía incitar a la envidia ajena sino era su paz, su alegría, sus ganas de trabajar. Una cosa resultaba molesta para la torva mirada de los enemigos de la fe, la vida cristiana ejemplar que sostenía tantas virtudes. 

La misa dominical, la visita todos los días a la Mare de Deu en Santa María, aquellos niños siempre limpios y distinguidos en la escuela, porque el padre estaba sobre ellos tomándoles la lección en casa, cuidando que no faltaran a la catequesis... todos esos detalles hacían brillar a esta familia obrera, y los enemigos no toleraban aquella armonía familiar, aquella espiritualidad que ellos decían propia de “pandorgos”.

El Siervo de Dios, cristiano sin tapujos, sin disimulos cobardes, era miembro de la Acción Católica entonces tan pujante en Elche, un apóstol seglar.

Llegaron las elecciones del 16 de febrero de 1936, la avalancha destructora del día 20 quemando iglesias, las palizas a obreros católicos en las fábricas, los robos, etc. etc. y Manuel, nuestro Siervo de Dios, aconsejado, abandonó Elche para ocultarse en Orihuela en casa de familiares. Tuvo que volver a su Ciudad: “una tarde, vi desde mi balcón (cuenta uno de los hijos) que tres milicianos, subieron a mi casa, preguntaron por mi padre, “no está aquí”, dijo mi madre, y aquellos hombres amenazaron: “si mañana no se presenta en el Retén municipal, vendremos y nos llevaremos a su madre” (estaba cieguecita).

Volvió Manuel, se presentó en el Retén, lo encarcelaron en el Palacio de Altamira; su hijo Manolín le llevaba la comida y le dejaban pasar las tardes con él en la cárcel, así hasta que se lo llevaron a Alicante. Ya no lo vieron más. El día 4 de octubre a las seis de la mañana, en el cuartel de Infantería, frente al Reformatorio de Adultos, hoy los Juzgados, quitaron la vida a 17 jóvenes ilicitanos entre ellos a “Manolín el sabaterer”. No permitió que le taparan los ojos, quiso morir con su guardapolvo caqui de obrero, dando la cara a la muerte y gritando ¡Viva Cristo Rey!

Que por su intercesión, hoy nosotros alcancemos de Dios aquella valentía suya de dar la cara por Dios, sin falsas apariencias.