En la bella y pintoresca villa de Salinas, nació D. Mario Pérez Marco el 6 de febrero de 1885, hijo de Eradio y de Antonia. Eradio era de familia muy distinguida cultural y económicamente, la madre, una mujer del pueblo, dotada de distinguidas prendas físicas, con los adornos de la sencillez, prudencia y humildad que la hacían valer más.
La ejemplaridad cristiana de toda la familia influyó, sin duda, en el ánimo del joven Mario. Hizo sus estudios de Bachiller en el Colegio de Santo Domingo de Orihuela, pasando después al Sacro Monte de Granada para cursar la carrera de Derecho Civil. Antes de recibir el doctorado, sintiéndose llamado por Dios al sacerdocio, ingresó en el Seminario diocesano de San Miguel de Orihuela, en donde superados los estudios exigidos para ello, fue ordenado sacerdote el día 28 de mayo de 1904, al parecer a Título de patrimonio.
Asignado a la Parroquia de San Juan Bautista de Monóvar, en donde se granjeó el cariño de los vecinos por su sencillez y cordialidad, ayudó al clero de la misma en los sagrados ministerios hasta 1918, en que fue nombrado capellán del Sanatorio Psiquiátrico o manicomio de Elda. Para atender mejor a su nuevo cargo, el año 1928, trasladó su residencia a esta Ciudad instalándose en una finca propia a cinco kilómetros de la misma.
Cumpliendo con su deber, le sorprendió la revolución, y el 26 de agosto de 1936, deseando marchar a Alicante en el autobús de línea, fue sorprendido en el trayecto por unos milicianos quienes, al saber que era sacerdote, tras llenarle de insultos e improperios le hicieron bajar, para asesinarlo cerca de Novelda, en lugar llamado “Les Salinetes”.
Según algunos testigos, abandonaron su cadáver en la cuneta, después de haberlo arrastrado atado a un coche por lo que la cabeza quedó separada del resto del cuerpo.
Sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio de Novelda.
Además de buen sacerdote, fruto de su cultura y educación, era hombre de finos modales y esmerada formación literaria y social.
