SIERVO DE DIOS RAFAEL RAMÓN GARCÍA


El Siervo de Dios RAFAEL RAMÓN GARCÍA, nació en la Villa de Catral el 22 de Agosto de 1896; fue bautizado por el coadjutor Rvdo. Don Ambrosio Cantó el mismo día de su nacimiento en la parroquia de los Santos Juanes. Eran sus padres Joaquín, de Callosa de Segura, y Manuela, de Catral.

El apellido "Ramón" está arraigado en Granja de Rocamora y de allí era su abuelo paterno, pero la abuela de Benejúzar.

Cuatro pueblos de la Vega Baja del Segura pueden gloriarse de tener algo que ver con este ejemplar sacerdote y mártir. 

La agricultura constituía entonces, la principal ocupación y fuente de riqueza de aquellos pueblos, y en ello se empleaban los familiares de Don Rafael. Un hogar cristiano con seis hijos en el que se vivía la fe; he aquí la plataforma adecuada para el cultivo de recias virtudes, y vivero apropiado para que pudiera germinar la vocación sacerdotal de uno de sus miembros.

Dada la precariedad de la agricultura, su padre, que era al mismo tiempo muy entendido en el cultivo y trasformación del cáñamo, decidió con la esposa establecerse en su Ciudad de Callosa de Segura, entonces capital de la citada industria.

A la edad de doce años, el Siervo de Dios ingresó primero en el Colegio de Vocaciones de San José y más tarde, probada su vocación, en el Seminario de San Miguel de Orihuela como alumno interno, en donde terminó sus estudios con tanta brillantez que, cuando hubo acabado, dejó fama de hombre inteligente y muy dotado para los estudios.

Ordenado sacerdote en las Témporas de Pentecostés del año 1921, celebró su primera Misa solemne el día 26 de Mayo, fiesta del Santísimo Corpus Christi en la Arciprestal Parroquia de San Martín de Callosa de Segura.

Dispuesto para ejercer su misión sacerdotal, fue destinado sucesivamente y por este orden, como vicario de San Martín de Callosa y Capellán del Hospital de la misma Ciudad; el año 1922, coadjutor o vicario de la Parroquia de Dolores, y el año 1923 designado con el mismo cargo para la Arciprestal de Santa María de Elche, en cuyo cargo permaneció hasta el fatídico 20 de Febrero de 1936, en el que fue incendiado dicho templo.

Signo de su prestigio, son las palabras con las que la prensa ilicitana lo presentó a la Ciudad ("La Defensa" de 5 de agosto de 1923). En Elche se granjeó generales simpatías por su carácter abierto y emprendedor, unido a la crecida actividad, propia de sus años juveniles. Aún hoy día, hay personas que lo recuerdan directa o indirectamente.

Don Rafael era, según los testigos, un hombre alto, corpulento, amable y de amplia sonrisa; muy generoso con los pobres, atento a cualquier solicitud de los feligreses, visitador de enfermos y sobre todo amantísimo de la Eucaristía y de la Virgen María Inmaculada.

El ilustrado y sabio cronista de Callosa Don Antonio Ballester, algún tiempo alumno suyo, no olvida que era elocuente y fogoso predicador y Don Federico Sala y otros sacerdotes de su edad como Don Vicente Alba, lo recordaron alguna vez como predicador en el Seminario de Orihuela en días extraordinarios.

Llegada la persecución religiosa de 1936, su permanencia en Elche se hizo imposible por los tristes sucesos del 20 de febrero del mismo año, con el incendio de templos y monasterios. Retornó a casa de sus padres en Callosa de Segura, y se ocupó ayudando en diversos ministerios hasta la llegada del 18 de Julio del 1936, en cuyos días fue también asaltado, devastado y cerrado el artístico templo de San Martín.

Recluido en su domicilio, permaneció hasta el 17 de noviembre de 1936, en que fue encarcelado e incomunicado en el hediondo calabozo del Ayuntamiento, juntamente con el joven sacerdote Don Luís Estáñ.

El 20 de Noviembre a las tres de la tarde, según contó entre otros, Don Manuel Cagigal testigo presencial, sacaron de la cárcel a los dos sacerdotes. Una señora vecina de la cárcel recuerda a "Doña Pura", hermana de Don Rafael, siendo maltratada cuando abrazaba a su hermano, queriendo impedir que se lo llevaran; en medio de estos forcejeos, Don Rafael se mantenía sereno.

Colmado de insultos y burlas, tanto en la prisión como en el trayecto, fue conducido en el coche de la muerte a la Garganta de Crevillente. Cuando vio los preparativos para matarle, enmudeció sorprendido, lloró recordando a sus padres y hermanos, y sólo pronunció estas palabras: "Que Dios os perdone". Su cuerpo quedó en la cuneta acribillado a balazos. Sus familiares lo recogieron y trasladaron a Callosa. Sus reliquias se guardan hoy, incrustadas en el pétreo cimiento del templo de San Martín de Callosa de Segura.

Sólo un delito: Era sacerdote.

DON RAFAEL, ¡RUEGA POR NOSOTROS!

SIERVO DE DIOS RAMÓN DONATE GÓMEZ

Asignado a la Parroquia Santa Justa de Orihuela.

Como prueba palmaria del "odium fidei" que caracterizaba a los perseguidores de nuestras víctimas sacerdotales es la elección de la fecha del sacrificio en la Vigilia de Navidad.

Cuando el mundo cristiano celebra con paz y alegría el nacimiento del Redentor evocando el canto evangélico de Paz en la tierra..., cuando incluso los no cristianos asisten respetuosos a participar (como en la India) en la fiesta mayor del "Dios de los cristianos", nuestros feroces asesinos, envenenados por el odio, eligen la tarde-noche del 24 de diciembre, cuando las campanas de todo el mundo repican a gloria para consumar su crimen...

¡Dios tenga misericordia de estos desventurados, y algún día arrepentidos puedan en el Cielo acompañar a sus víctimas...!

Una de ellas fue Don Ramón Donate Gómez, nacido en Orihuela en 1891, en el seno de una familia muy piadosa.

En tan sano ambiente, escuchó la llamada de Dios, ingresando en el Seminario y cursando los estudios con notable aprovechamiento.

Ordenado sacerdote, ejerció su ministerio en los primeros años como adscrito en la Parroquia de las Santas Justa y Rufina de Orihuela y capellán de la ermita de la Campaneta, cuidando pastoralmente de su caserío.

Por conveniencias familiares y personales, se trasladó e incardinó en la Diócesis de Málaga, en la que durante varios años ejerció el ministerio. Allí sufrió los incendios y saqueos de mayo de 1931, pues Málaga, en este aspecto, fue de las ciudades más castigadas de España.

Al estallar la revolución de 1936, se refugió en su ciudad natal, donde fue detenido y encarcelado hasta el ¡¡24 de diciembre!!

En dicha fecha, en unión de cuatro víctimas sacerdotales lo ejecutaron en las cercanías de Murcia, en cuyo cementerio sepultaron su cadáver que, posteriormente, fue trasladado a Orihuela el 9 de julio de 1939.

SIERVOS DE DIOS RICARDO E ISOLINA MAESTRE OLCINA


Os ofrecemos el martirio de tres hermanos, dos sacerdotes José Luis y Ricardo y el de la hermana de ambos Isolina, naturales de Elda.

En concreto hoy os hablamos de Ricardo e Isolina por haber recibido el martirio en un mismo acto.

Ambos hermanos nacieron en Elda, Ricardo el día 23 de marzo del año 1876 e Isolina el 27 de abril de 1887.

Isolina era la menor de los hermanos y permaneció soltera. Ricardo, inclinado al sacerdocio, como su hermano José Luis, ingresó en el Seminario de la Purísima Concepción de Orihuela, cursando hasta el segundo de Filosofía.

Destacó por su piedad y aplicación al estudio. Sintiéndose llamado por Dios a una vocación más alta, previa licencia de los superiores, marchó al Seminario Misionero de Burgos, finalizando sus estudios y recibiendo la Ordenación Sacerdotal el 11 de abril de 1910.

En calidad de Misionero fue enviado por la Congregación de Propaganda Fi­dei a Méjico, en donde le dieron el cargo de Vicario de la Parroquia de San Andrés de Chalchicomula, Diócesis de Puebla, donde permaneció varios años. Pero desatada la cruenta persecución religiosa del presidente Plutarco Elías Calles, fueron expulsados to­dos los misioneros españoles e incluso cerrados los seminarios.

Regresado D. Ricardo a la Madre Patria en 1921, fue destinado a la parro­quia de Chinorlet, y en 1925 a la parroquia de Elda para ocupar una de sus vica­rías.

Al advenimiento de la República en 1931 sufrió el asalto de la parroquia, que posteriormente fue restaurada.

Al estallar el 18 de julio, con los ataques a las personas religiosas y templos, en unión de su hermana Isolina, que le cuidaba, huyeron a Alicante, ocultándose en un piso, pero descubiertos por algunos milicianos de Elda, al anochecer del día 9 de septiembre de 1936, irrumpieron en su domicilio, y les obligaron a subir al coche de la muerte, que les condujo al “Portichol” de Monforte del Cid. Junto a la carretera, asesinaron a ambos. A Don Ricardo le dispararon bajando del coche, y a su hermana que, asustada por el asesinato había gritado “¡Ave María Purísima!”, la remataron después, no sin antes haber abusado de ella, al decir de los pasajeros de La Noveldense que reconocieron a los dos hermanos.

Sus cadáveres permanecieron en la cuneta hasta ser recogidos por sus familiares. Heroico fin de un misionero y de su hermana, cuyo único delito era cuidarle.

Se desconoce hasta ahora el paradero de sus restos, aunque se nos dice que están en el cementerio de Elda.

SIERVO DE DIOS JOSE LUIS MAESTRE OLCINA Cura-párroco de Algueña


Si en el número anterior de nuestra “Noticias Diocesanas” expusimos el relato de la muerte violenta de los hermanos Ricardo e Isolina, hoy puedes conocer la tragedia del hermano mayor de ambos Don José Luis Maestre Olcina, párroco de Algueña.

Nació Don José Luis en Elda el día 30 de enero de 1862, hijo de José Luis y de Isolina. 

Terminados sus estudios en el Seminario diocesano de Orihuela, fue ordenado sacerdote el día 29 de Febrero de 1896.

Su primera intención fue servir al Ejército Español como sacerdote castrense en Cuba o en Filipinas. 

En nuestra Diócesis ocupó los cargos de Coadjutor de Petrer, y más tarde de Santa Ana de Elda, única parroquia de la Ciudad. 

Como Capellán de las Hermanas Carmelitas de Callosa de Segura, se trasladó a dicha Ciudad y posteriormente a Casas del Señor, cerca de Monóvar, como cura-ecónomo. 

En el Concurso Parroquial de 1917, previa oposición, fue nombrado párroco de Albatera, y pasado algún tiempo fue trasladado a Algueña. 

En esta parroquia, como en sus cargos anteriores, desarrolló una gran labor pastoral, que aún recuerdan los mayores. 
 
En Algueña, le sorprendió la revolución y lo convirtió en una de sus víctimas. Detenido, obligado a despojarse de la sotana y encarcelado, una mujer le obligó a salir al balcón del Ayuntamiento para que lo vieran de paisano y fuera objeto de toda clase de injurias y burlas. 

Dotado con un salvoconducto, se trasladó a Novelda en el autobús de línea pero a mitad de camino, unos milicianos subieron al autobús y registrada su maleta lo descubrieron como sacerdote. 

Encarcelado en la antigua iglesia y casa parroquial de San Roque de Novelda, convertidas en cárcel del partido, en la noche del 13 de septiembre de 1936 junto con otra víctima, fue sacado de la cárcel y asesinado en la cuneta de la carretera de Novelda a Monóvar cerca del cementerio de Novelda.