SIERVO DE DIOS SILVINO PRATS SEMPERE



Vicario de la Parroquia de Castalla


Don Silvino nació el 3 de enero de 1899 en Onil, Diócesis de Valencia y Provincia de Alicante.

Fue bautizado el 4 de enero de 1899 en la parroquia de Santiago Apóstol de Onil y Confirmado el 6 de octubre de 1900 en la parroquia de Onil.

Hijo legítimo de Silvino Prats Payá y de Silvia Sempere Mira. Tenía 37 años en la fecha del asesinato.

Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Valencia, y recibió en la misma ciudad el Orden Sacerdotal el 24 de junio de 1928.

Fue nombrado coadjutor de Castalla el día 1 de julio de 1928. Realizó un apostolado constante y eficaz entre los niños y jóvenes de esa parroquia. Era modesto y tenía muchas virtudes sacerdotales.

Cuando fue detenido, aún era considerado coadjutor de Castalla.

El día 8 de marzo de 1936, con ocasión de un movimiento popular en Castalla, para celebrar el resultado de las elecciones del 16 de febrero, se le detuvo y encarceló 24 horas, y luego trasladado a Alicante acusado ante el gobernador civil, como enemigo de dos obreros. Dicha autoridad le obligó a salir de la provincia. Fijó su residencia en Valencia, y de acuerdo con el Señor Arzobispo, fue agregado a la Parroquia de San Nicolás hasta el 22 de julio de 1936 en que se trasladó al pueblo de Agres. Al día siguiente de su llegada a Agres, fueron detenidos los dueños de la masía (Don José Payá Alonso de Medina y el hijo Miguel) en donde buscaba refugio; pensó regresar a Valencia, pero en el trayecto de la masía a la estación de ferrocarril, fue denunciado como sacerdote por una mujer, ante dos milicianos que lo condujeron detenido ante el Comité revolucionario de dicho pueblo. El Comité de Agres, pidió información telefónicamente al de Castalla, requiriendo éste la entrega del sacerdote a través del Comité de Alcoy.

Encarcelado en Castalla el 24 de julio, por ruegos de su madre se lo entregaron al Comité de Onil, que lo encarceló. Pocos días después enfermó y por dictamen médico, el Comité accedió a que saliera de la prisión y residiera en el domicilio de un pariente que era miembro destacado del Comité, que a su vez, lo entregó a los milicianos de la localidad la noche del 29 de septiembre.

A las tres de la mañana del día 29 de septiembre de 1836, llamaron al domicilio del aludido pariente cuatro milicianos pidiendo que Don Silvino Prats les acompañara para realizar unas diligencias ante el Comité, que no hicieron. Luego, obligado a subir en un coche y acompañado de cinco milicianos, enfilaron la carretera de Alicante, se apearon en el kilómetro 15 entre la Venta de Tibi y la de Llémena. En este lugar, y junto a un pino fue obligado el sacerdote a levantar los brazos y comenzaron a dispararle a las manos y pies primero, después contra distintas partes del cuerpo, dejando a salvo el corazón y la cabeza. Su ficha en el Archivo Nacional, Causa General, habla de más de cien tiros de pistola, otros informes dicen que fue "cosido a tiros". Quisieron entrenarse con él para futuros martirios. En todo este tiempo fue objeto de toda clase de malos tratos y sufrimientos, burlas y chacotas.

La agonía fue lenta. Sus palabras fueron ruegos despreciados, para que no le mataran. Es cierto que dijo: "Non mateu, tots soms germans" (no me matéis, que todos somos hermanos). Se mantuvo firme en la fe, rechazando en todo momento apostatar.

El cadáver, de primeras, fue llevado al cementerio de Tibi, y después, acabada la guerra, el 5 de noviembre de 1939 fue inhumado con otros 18 cadáveres en el panteón de los Caídos de Onil. 

El 22 de diciembre de 2002, fueron trasladados a la Parroquia de Santiago Apóstol e inhumados en una hornacina abierta en la capilla del "Senyor Robat".

"Cosido a tiros, todavía con la sangre caliente, caído de rodillas y con las manos juntas, quiso la providencia del Señor que pasara ante él mi madre. En los minutos en que paró el autobús en el que viajaba, estremecida de dolor al reconocerlo, le ofreció a Dios el próximo hijo "para que ocupara el lugar de Don Silvino y no se acabaran los sacerdotes". Ese "próximo hijo" es el sacerdote que escribe estas líneas. Mi vocación y mi ministerio están marcados por la sangre y martirio del Siervo de Dios Silvino". (Don José Antº Berenguer Cerdá, sacerdote de nuestra Diócesis)